Lecturas de marzo: Mediterráneo

En línea con los meses anteriores, en marzo tampoco he leído mucho (buuuh). Por suerte, uno de los dos libros me gustó mogollón, así que compensa un poquito esta falta de concentración, desmotivación o parón lector (llámalo X).

• El último lugar en la tierra, de Susanna Herrero
• Seamos una familia, de Roser A. Ochoa

El último lugar en la tierra, de Susanna Herrero

Mi libro favorito de 2020 (y uno de mis preferidos de la vida) fue El chico de la última fila, de Susanna Herrero (si tienes curiosidad, en esta entrada declaro mi amor por él). Lo leí dos veces el año pasado y comencé 2021 con otra relectura. El último lugar en la tierra es el cuarto número de la serie de la familia Cabana y leer a Susanna es ir sobre seguro.

Y es que, una vez más, la autora crea una historia muy entretenida, divertida, mona, sentida, familiar, cercana. ¡Qué maravilla volver una vez más con los Cabana! Y escuchar temazos que me transportan a mi adolescencia. Y Hugo (siempre Hugo). Y Dylan. Y Marc, porque, ay, qué descubrimiento ha sido Marc, con sus «titi» y su sonrisa permanente y su lealtad y sus bromas y sus sobradas y su «Tomatito». ¿He dicho ya lo muchísimo que me ha gustado que Marc y Mencía se llamasen «titi»? Porque creo que es mi detalle favorito del libro. Y cada comentario de Hugo y de Dylan, eso también. Y la familia que crean entre todos.

Ojalá mil libros más con ellos.

Seamos una familia, de Roser A. Ochoa

La idea de la que parte (chico que se hace cargo de su sobrino se enamora del padre del crío) en principio me atrajo bastante y el personaje de Lucas (el niño en cuestión) me pareció de lo más cuqui, peeero la historia de amor entre Eric y Jonah (uno de los pilares de la novela) me ha resultado muy precipitada y poco creíble.

Además, la narración a veces es confusa y poco fluida (sobre todo por, a mi parecer, una mala puntuación), por lo que me pasé toda la lectura saliendo del libro y despistándome. Supongo que con una buena corrección de estilo mejoraría bastante.