¿Conoces el mundo de Harry Potter? (¿¿No?? ¿A qué esperaaaas?). En él, el director del colegio de magia, Dumbledore, utiliza un pensadero, es decir, una especie de cuenco donde vierte sus pensamientos para revisar recuerdos, despejar la mente y hacer sitio a otros.
Poner por escrito los pensamientos es un poco como eso.
Y es que nuestra mente genera de manera automática y continua pensamientos, es como una radio que está encendida las 24 horas. El problema es que muchos de nosotros tomamos por ciertos todos los pensamientos que surgen en nuestra cabeza; nos los creemos como verdades irrefutables cuando, en realidad, son automáticos y, a veces (la mayoría), sin demasiado sentido.
Grábatelo a fuego; tatúatelo, mejor: los pensamientos no son la realidad. Por eso, tenemos que establecer un filtro, aceptar solo los que puedan beneficiarnos y poner distancia entre ellos y nosotros para observarlos desde fuera.
¿Y cómo podemos observarlos? Con el hábito de la escritura.
Plasmar por escrito nuestros pensamientos es como volcarlos en el pensadero del que te hablaba al principio. Te ayuda a desahogarte; a darte cuenta de que son solo eso, pensamientos, palabras que no tienen por qué ajustarse a la realidad, y a poner distancia con ellos. Es una buena manera de darte cuenta de que, aunque están dentro de ti, no son tú, solo ideas generadas automáticamente por tu mente.
El hábito de escribir
Así, a grandes rasgos, crear un hábito de escritura automática no solo tiene el gran beneficio, a nivel mental, de «desahogarte» en papel (ordenador, tablet, etc.), sino que también está el otro gran beneficio, ese a nivel «escritoril»: crear el hábito en sí de, simplemente, escribir.
Porque qué importe es, para los que nos gusta escribir y queremos hacerlo, crearnos el hábito. Así que resérvate unos minutos al día para sentarte a solas y en calma, con papel y bolígrafo delante (o, ya sabes, ordenador, tablet o el material que necesites), y… ¡ponte a escribir!

Toma nota de cualquier cosa que se te pase por la cabeza; si no sabes qué, si te quedas en blanco, escribe: «No sé qué escribir, me he quedado en blanco». ¡No pasa nada! Lo importante es reflejar tus pensamientos. Lo importante es escribir. Poco a poco, empezarán a fluir y cambiarán. Y si no cambian, continúa escribiendo sobre ese bloqueo.
Tampoco te preocupes por el estilo, la ortografía o no tener «dotes de escritor» —puedes hacer listas o esquemas, si te resulta más fácil, y es igual de beneficioso—, no tiene que estar bien escrito, ni siquiera tienes que guardarlo. Escribe, escribe, escribe y, después, rompe la hoja y tírala a la basura. O guárdala para releer más tarde, eso ya es cosa tuya.
Más beneficios
Escribir así, de manera automática, sin filtro, no solo tiene los dos beneficios que comentaba antes (el mental y el propio hábito), sino que también ayuda a, entre otras cosas:
- Superar el llamado y tan temido «bloqueo del escritor», ese que a veces nos invade ante la hoja en blanco. Piensa que el objetivo de cada sesión de escritura es escribir, sin más. No tiene por qué tener ningún sentido ni ser una gran obra maestra. Se trata tan solo de escribir.
- Dejar volar la imaginación al «desconectar» la parte más racional y permitir que tome el mando el subconsciente.
- Desarrollar y/o entrenar la creatividad.
- Conseguir unos textos originales y sin filtros.
Cinco ejercicios
Si todavía no lo tienes claro o continúas temiendo no saber sobre qué escribir (aunque, insisto, puede ser sobre cuaaaalquier cosa), comparto contigo varios ejercicios que quizá puedan ayudarte a echar a andar y soltarte e incluso sacarte de un bloqueo:
- Coge un libro (o usa un generador de palabras) y selecciona, al azar, cinco palabras. Después, trata de introducirlas en el texto que escribas.
- Escoge una fotografía cualquiera, por ejemplo, entra en Unsplash y, a partir de la primera imagen que aparezca, escribe sobre ella o sobre lo que te inspire.
- Cierra los ojos y tómate unos segundos para notar qué sientes, qué saboreas, qué hueles. Utiliza tus sentidos y escribe sobre ello. Quizá pueda ayudarte este post sobre la importancia de los cinco sentidos en la escritura.
- Otro ejercicio sencillo: describe la habitación en la que estás. O las vistas desde la ventana. O, yo qué sé, la ropa que llevas puesta.
- A partir de una frase o cita, escribe lo que te sugiera, como si fuese la primera de tu relato o novela. Puedes seleccionar una cualquiera de un libro, una revista, un periódico digital, preguntar a alguien, usar una web de, efectivamente, frases y citas célebres…
Recuerda que lo más importante a la hora de realizar estos ejercicios y escribir de manera automática (¡o siempre!) es dejarte llevar, no censurarte y dejar volar la imaginación. Después, puedes mantener en «reposo» los textos y, días más tarde, volver a ellos. Quién sabe, quizá de alguno salga la inspiración o puedas aprovechar alguna idea para tirar del hilo y crear una buena historia.
Interesante artículo. Hace poco he añadido a mi blog 3 ejercicios de escritura automática, ¡te invito a que les eches un vistazo! (Busca «escritura automática» y saldrán»). ¡Gracias por los consejos!
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¡Muchísimas gracias a ti por tu comentario! Ahora me paso por tu blog a leer los ejercicios 🙂
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Excelente. Yo aplico el llamado escritura matutina enseñado por Julian Cameron. Al solo abrir los ojos después de dormir sentarse a escribir dejando fluir todo ese material que fluye en el cerebro sin filtros. 3 paginas diarias. Es un ejercicio bueno para dejar salir todo y aprender cosas de uno mismo que tal vez se ignoraban y también como ejercicio de escritura ya que permite fluir más rápido ante la hoja en blanco.
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¡Sí! He oído hablar de esa técnica y durante un tiempo la utilicé. A mí me gustó sobre todo por crear la rutina de escribir cada día y no censurarte, solo escribir, escribir, escribir. 🙂
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