Así de primeras, muchos autores y autoras creen que, cuando se les sugiere una corrección de estilo para sus textos, el corrector va a ponerse creativo y va a cambiar su forma de narrar, cargarse su estilo personal, esa forma única y particular que tenemos cada uno de escribir. Y por supuesto que no. O no, al menos, si el corrector es un buen profesional. Al contrario, su intervención ha de pasar desapercibida.
Entonces, ¿qué es el estilo del autor o autora y qué es la corrección de estilo? Vamos por partes.
Por un lado, el estilo literario es, como decía, esos rasgos y peculiaridades que diferencian a un escritor de otro a la hora de narrar, su manera de escribir única y personal, sus características propias. Vale, sí, a veces mi estilo puede que se parezca al tuyo, pero siempre va a haber algo que los diferencie y, al final, lo haga único. Es más, cuando comenzamos a escribir y todavía no hemos encontrado nuestro propio estilo, tendemos a imitar aquel que nos gusta o que más hemos leído, el de nuestro autor favorito, etc. Con el tiempo y la práctica, va saliendo a la luz nuestra propia personalidad y encontramos nuestra voz. Esa voz es el estilo.
Por otro lado, y de manera simple y rápida, la corrección de estilo son las acciones para pulir el texto con el objetivo de conseguir que este se entienda, se comprenda mejor, que fluya.
Según la Unión de Correctores (asociación de profesionales de la corrección de textos y del asesoramiento lingüístico), «para conseguir un mensaje claro y eficaz, a veces es necesario adecuar el registro, reestructurar la exposición y eliminar problemas gramaticales». Esa es la corrección de estilo.

No es una tarea fácil, y entran en juego muchos factores. Así, en concreto, la corrección de estilo consiste en las acciones siguientes:
- Eliminar los errores y las imprecisiones de vocabulario.
- Aumentar la riqueza léxica.
- Eliminar muletillas y vicios léxicos.
- Corregir errores gramaticales.
- Ajustar el texto a las normas y usos.
- Solventar las inconsistencias sintácticas (concordancia, correlación de tiempos verbales, etc.).
- Darle fluidez y adecuación al texto mediante la elección de recursos sintácticos precisos (conectores del discurso, oraciones subordinadas, eliminación de pleonasmos, etc.).
- Puntuar el texto según las normas de la lengua.
- Hacer que el texto suene genuino en su lengua y que sea comprensible para el lector al que va destinado.
Cualquier autor quiere que su mensaje sea recibido de manera clara, que su lector entienda bien su texto, que no encuentre dificultades a la hora de leer su relato o novela. Ofrecer una narración clara y fluida es básico, por eso, sí, el texto tiene que pasar por una buena corrección ortotipográfica, pero también por una de estilo que termine de pulirlo y adecuarlo.
Además, si el escritor o escritora tiene ganas de aprender, la corrección de estilo puede ayudarle, precisamente, a mejorar su estilo. Los correctores no tratamos de atacar o echar abajo tu obra o tu manera de escribir, ¡todo lo contrario!, intentamos ayudarte a mejorar el texto. Lo que pasa es que, en general, gestionamos regular (yo incluida) que nos digan lo que hacemos mal o que nuestro texto, en el que hemos puesto tanto de nosotros, tiene algún error. Por eso es importante que aprendamos a mantener cierta objetividad (es difícil, lo sé, ya que hemos parido ese relato o novela), que aprendamos a desligarnos de nuestra obra.
Así que, ¡recuerda!: una buena corrección de estilo puede ayudar a mejorar tu estilo.