Tardé años en atreverme a escribir una novela. Lo veía como algo inabarcable y me sentía incapaz de organizar y desarrollar una historia larga. Había escrito mucho (MUCHO) en juegos de rol online, había terminado bastantes relatos, había ido a talleres y cursos… pero dar el paso a una novela me daba vértigo. Al final, lo hice.
Durante ese proceso de empezar y terminar una historia de 85.000 palabras, después de mucho miedo, organización y tirarme de los pelos, he aprendido varias cosas, algunas que repetiré, otras que adaptaré. Quizá algunos de estos cinco consejos te sirvan a ti también.
1) Organiza tu historia:
Para mí es fundamental tener un esquema de la historia. Sí, ya sé, hay escritores de brújula o descubrimiento que escriben sobre la marcha, se dejan llevar, pero incluso en ese caso te recomiendo tener claros al menos los puntos fundamentales de la historia. El nivel de detalle de ese esquema o escaleta ya es cosa de cada uno. A mí, cuanto más detallado, más me ayuda. Por eso, invierto mucho tiempo en la fase previa de organización. Tenerlo bien escaletado y saber qué va a ocurrir en cada escena me facilita mucho el paso siguiente. Así, después solo tengo que escribir, con ese guion, guía, mapa que seguir para no perderme.
2) Deja margen para improvisar:
Uno de los aspectos negativos que los escritores de brújula ven del sistema que usamos los escritores de mapa es precisamente tener todo tan atado. Según ellos, se pierde la magia de descubrir lo que va a pasar mientras escribes. No es así.
Por mucho que hayas pensado qué va a ocurrir en cada escena, siempre hay margen para la improvisación y los cambios. Quieras o no, va a ocurrir, porque a veces, sobre la marcha, la historia te pide nuevas escenas o momentos con los que no habías contado, o los personajes se te rebelan y hacen lo que les da la gana. Has de saber ser flexible.
3) Escribe:
«Venga, Cintia, ¿qué tontería es esta? Pues claro que hay que escribir, ¿cómo si no vas a terminar una novela?».
Este consejo, por tonto que suene, es útil e importante recordarlo a menudo, y, por supuesto, ¡ponerlo en práctica! Porque, si quieres tener una novela acabada, hay que ponerse a escribir. Y quitarle el miedo a que no salga lo que tenemos en la cabeza. Piensa que lo que escribes no está tallado en piedra, siempre se puede cambiar. Y si una escena no sale como querías, más tarde la puedes editar. Así que escribe, escribe, escribe. ¡Escribe!

4) Registra tu avance diario:
Después de cada sesión de escritura, anotaba en un cuaderno las palabras que había escrito, el tiempo que había empleado, qué tal me había ido, qué escena había hecho… Además, tachaba en un calendario cada día que escribía. De alguna manera, se convirtió también en un reto conmigo misma: ¿cuántos días seguidos era capaz de escribir? Y de alguna forma «me obligaba» a sentarme y hacerlo para poder tachar otro día en aquellas ocasiones en las que no me apetecía.
El 90 % de esas veces que no tenía ganas y al final acababa escribiendo, me venía guay. Al principio me costaba hilar dos frases, pero después, fluía. Ojo, otras no, pero alguna palabrilla rascaba o alguna idea surgía que otro día aprovechaba mejor. De cada sesión, por poco fructífera que fuese, sacaba algo.
5) Termina la historia:
En este punto, básico y megaimportante, te cuento lo que hice yo, por ser mi primera novela, y lo que quiero cambiar para la próxima.
Escribí el primer borrador de Si fuese más valiente del tirón, es decir, sin mirar atrás, releer o enredarme en corregir y mantener una perfecta ortografía. Quería TERMINAR, era mi objetivo principal, porque ya cambiaría cosas y puliría trama, estilo, ortotipografía en las fases de reescritura y corrección. Lo importante era avanzar y acabar el primer borrador, porque si releía, había muchas probabilidades de atascarme, o creer que lo que había escrito era basura, y abandonar. Es lo que hice, escribir hasta el final. La satisfacción cuando terminé fue tremenda, ¡lo había conseguido!
Para una primera novela, donde caminamos entre arenas movedizas en las que cualquier pequeña inseguridad nos puede hundir, recomiendo hacer esto.
PERO para las siguientes, una vez has comprobado que eres capaz de acabar una historia larga, te recomiendo dejar las escenas más o menos terminadas, que te sientas a gusto con ellas (sin llegar a atascarte si no lo consigues), antes de pasar a la siguiente. Porque si no, en la reescritura vas a tirarte de los pelos y llorar intentando desenredar lo que escribiste hace meses, buscándole el sentido, haciéndolo encajar con el resto o incluso rellenando huecos que en su momento dejaste para más adelante.
Si dejas las escenas (o los capítulos, como mejor te organices) a tu gusto, cuando todavía tienes fresco lo que acabas de escribir, no perderás tanto tiempo después. Pero, repito: yo esto lo haría ya si tienes confianza en desarrollar una historia larga y no vas a atascarte en corregir y cambiar y corregir y cambiar. Se trata de avanzar.
☝️ Por supuesto, todos estos consejos son desde mi experiencia, y no quiere decir que lo que me sirva a mí te venga bien a ti, pero quizá algunas de estas cosas te sirvan, o puedas coger alguna pincelada y combinarla con otra. Se trata de probar y encontrar la técnica o el proceso que a cada uno le venga bien. Y, claro, escribir.