La primera persona es mi favorita no solo a la hora de escribir, sino también a la hora de leer. Desde ese punto de vista, el «yo» del personaje, vivimos la historia como si fuésemos él, y resulta más fácil empatizar y ponernos en su piel.
Así, es como si leyésemos una entrada de su diario o nos metiésemos de lleno en su cabeza. Vemos, oímos y sentimos lo que el personaje ve, oye y siente, conocemos lo que ocurre desde su perspectiva. Es el punto de vista más cercano al lector.